Ricardo Sánchez Cuerda

Ricardo Sánchez Cuerda

Madrid

Ricardo Sánchez Cuerda, arquitecto de formación, ha forjado una carrera excepcional como escenógrafo, dejando una huella indeleble tanto en el teatro de texto como en el vibrante mundo del teatro musical. Su profundo conocimiento de la arquitectura se traduce en la creación de espacios escénicos que no solo ambientan, sino que elevan la narrativa y la experiencia del espectador.

Su trabajo en el teatro es sumamente versátil, abarcando un amplio espectro de obras clásicas y contemporáneas. Ricardo es capaz de concebir escenografías que respetan la esencia de los grandes textos, como se evidencia en producciones de la talla de Divinas palabras, donde su diseño sin duda contribuye a la atmósfera y la fuerza dramática de la obra. Asimismo, ha demostrado su habilidad para dar vida a universos complejos y evocadores en montajes como Frankenstein, donde la escenografía se convierte en un elemento crucial para construir el suspense y la profundidad psicológica de la historia. Otras obras donde ha trabajado han sido Lúcido de Spregelburd (Amelia Ochandiano), Antígona de Sófocles (Mauricio García Lozano), El avaro de Molière (Jorge Lavelli), Casa de muñecas de Ibsen (Amelia Ochandiano), Splendid's de Genet (José Carlos Plaza), El sueño de una noche de verano de Shakespeare (Tamzin Townsend), entre otros muchos. Su capacidad para traducir la visión del director y las exigencias del texto en un espacio tangible y sugestivo es una de sus mayores fortalezas.

El teatro musical es otra de las áreas donde Ricardo Sánchez Cuerda ha brillado con luz propia. Sus escenografías para musicales son conocidas por su espectacularidad y su capacidad para integrarse a la perfección con la música, la coreografía y la interpretación. Ha sido el artífice de los mundos visuales de producciones icónicas como Billy Elliot, donde su diseño debió capturar tanto la crudeza de la vida obrera como la magia y el sueño de la danza. De igual manera, su trabajo en Cabaret demuestra su maestría para recrear ambientes cargados de atmósfera, decadencia y seducción, esenciales para el impacto emocional de la obra. Su expertise le permite abordar la complejidad técnica y estética que demandan los grandes musicales, creando escenarios dinámicos y funcionales que a menudo se convierten en un personaje más de la historia. Otros trabajos suyos han sido Sunset Boulevard (Jaime Azpilicueta), Hoy no me puedo levantar (David Ottone), Sonrisas y lágrimas (Jaime Azpilicueta), Más de 100 mentiras (David Serrano), entre otros.

La habilidad de Ricardo para operar con excelencia en la creación de espacios que van desde la intimidad de un drama hasta la grandiosidad de un número musical, le posiciona como uno de los escenógrafos más solicitados y respetados del panorama nacional e internacional. Su colaboración frecuente con importantes Casas de la Ópera y productoras de musicales subraya su versatilidad y el reconocimiento de su talento para diseñar entornos que cautivan y enriquecen cada puesta en escena.

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